martes, 13 de marzo de 2012

Luchar es una buena opción.

Cuando no sé si es blanco o si, por el contrario, es negro. Cuando debería ser gris. Cuando deseo con todas mis fuerzas que sea azul. Cuando todo el mundo me dice que el verde es el que realmente quiero. Cuando el purpura parece la mejor opción. Hasta cuando el arco iris entero podría ser una correcta elección. Es entonces cuando solo me queda hacer aquello que jamas me cansare de hacer. Una brazada detrás de otra, sin pensar, únicamente yo y el agua. Hay quien prefiere tumbarse y reflexionar; nada comparado con esto. Las brazadas siguen el ritmo, de fondo se oye gritar a mi entrenador. Empiezan a doler los brazos, las piernas casi no pueden moverse, pero no voy a parar, necesito seguir. Continuo sin bajar el ritmo para nada. Últimos cien metros del entrenamiento, estoy muerta, y sin embargo me siento bien, es mas me siento perfectamente. Salgo del agua, cojo la toalla, me siento en el vestuario y sonrió, por que me he dado cuenta de que da igual del color que sea, que mas da que todo vaya mal, no importa si caigo, volveré a levantarme, una y mil veces, todas las necesarias, por que motivos para luchar me sobran.